lunes, 16 de enero de 2012

La útima vez que te pensé.

Estoy acá, pensándote, prohibidamente pensándote, odiándome por pensarte, pensándote oscuro y ruin, con tu maldita sonrisa de puntos suspensivos, con tu maldita mirada azul y filosa, estoy acá pensándote, perdiendo tiempo en buscarte en el archivo demoníaco del recuerdo, tus palabras dietéticas, tus silencios indiferentes, estoy acá pensándote, furiosamente pensándote, un pelo rubio en la almohada, "sos joven, no tenés arrugas", un pozo profundo, malditamente pensándote, en vez de ocupar el tiempo en cosas útiles, como la agenda de mañana, las reservas de después, prohibidamente pensándote porque él me espera, y yo lo amo, y endiabladamente pensándote, maldiciendo tu recuerdo, unos pies grandes, y recién hecho el tatuaje, y te sorprendiste agarrandome el tobillo, el agua de una ducha demasiado pequeña, una caída inevitable, odiándome por pensarte, cuando ya eras un puntito en la memoria, nada más que eso, no sé si te soñé, si me pensaste vos a la distancia, odio este sentir que la conexión no se rompió, que en algún lugar de brasil te levantaste de mal humor, sarcásticamente de mal humor, mientras bebías lo que sea que se beba en Brasil, que me importa Brasil, odiándome por pensarte, malditos ojos de naranjú, de qué lindos ojos tiene el nene, seguro la quiosquera cuando comprabas naranjú y mirabas tele en blanco y negro, buscando como condenados una boina porque se te antojó la boina y al final no la conseguimos, qué me importa la boina, tus ojos, qué me importa, éramos un poco putos los dos, me parece, cada cual por su lado, y estabamos de acuerdo, y caminabamos separaditos, no sea cosa de entusiasmarnos, y ahora me toman de la mano, me besan hasta mañana, me cocinan, nos amamos y yo perdiendo el tiempo en pensarte, hay un fondo negro y un pecho lampiño, un hotel berreta y seguro que gramsci, seguro que gramsci, cummings, pound o proust, y yo con el proust a la altura del pecho, mirandote las muñecas, mirandome las mías, seguro que hechas mierda, dudosa y maldita tu ambigüedad, ahí van caminando, qué me importa, qué me importa saber que despertás en otro país, yo en otra latitud, vos tres mil para arriba, yo tres mil para abajo, y un cerramiento de acrílico, despertarme ahí por unos mates, cómo roncás, por dios, cómo roncás, y quién me manda a pensarte, malditamente pensarte, oscuramente pensarte, endiabladamente pensarte...

No hay comentarios:

Publicar un comentario