lunes, 16 de enero de 2012

Autobiografía de una Cocorita.

Busco contarte quien soy como para que lo entiendas, porque a veces sos chiquito a pesar de tus años, a veces sos caprichoso y cruel, y yo quiero que sepas de que se trata. Soy una pelela amarilla, que tenía un no se qué como de patito cachorro, soy una bañadera rosada en la que ahora no me caben las manos y solía caber yo misma, entera, soy un pañal descartable, una constancia de vacunación con la cara de condorito, soy unas letras plásticas que enseñan a leer y la valijita rosada de Juliana Maestra. Soy un libro de seis páginas rígidas con historias de ratoncitos, un cucharón de aluminio, un vaso plegable con toddy con leche, una mochila de jean con el escudo dorado de un colegio inglés. Soy la fe ciega y más pura de los niños, soy papá noel, los reyes magos y el ratón pérez, soy las medias azules hasta las rodillas, la carita feliz en pronunciación, los discursos para el día del maestro, soy la contralto del fondo del coro infantil, el último banco perpetuo, el vestido violeta y la graduación. Soy hormiguita en un acto académico, soy el cascote que impacta contra las empresas imperialistas, la dialéctica y la palabra, me vuelvo poesía de resistencia, panfleto rojo en la puerta de sociales, soy maestra y alfabetizadora, luego soy un himen que se rompe, soy la gota de sudor de otro cuerpo, y sigo siendo chiquita, sin querer, me vuelvo compañera de alguien, me deshojo en el dolor y soy un corazón amarillo margarita sin carcaza, hasta que me vuelvo superficie rugosa de tanto estar al aire, de tanto corazón al aire, soy curvas a pesar de mí, soy pudor, soy vergüenza, soy teatro y me libero, soy el colectivo treinta y seis que va a romperse a la escollera de otra violencia, soy bohemia, escribo y me vuelvo cada letra, y me vuelvo cada palabra, cada párrafo, sin perder la unidad en una magia dogmática, soy fotógrafa, saxofonista, soy aguinaldo, ahora, agenda, estudiante universitaria, soy cada mechón de mi pelo rebotando con los escalones de la facultad contra mi espalda baja, soy dos oídos enormes que se abren para escuchar la misma sarta de pelotudeces que me siguen conmoviendo, que me siguen seduciendo, porque todavía soy pelela, todavía bañera rosa, todavía pañal descartable...

No hay comentarios:

Publicar un comentario