lunes, 16 de enero de 2012

Bon apetit II

Busco un argumento para no desnudarte, para perderme en distracciones obtusas lejos del mágico pliegue entre tu cuello y tu clavícula, hay un rincón maravilloso de tu camiseta que imita la forma de tu piel y tengo que hacer mil esfuerzos para no acercarme, mientras seguís hablando y te retorcés las manos, esas manos increíbles capaces de dios sabe qué cosas, me acomodo el pelo concentrándome en este mechón y en nada más, por dios, tengo que pensar en otra cosa, pienso mirando tu boca, te veo armar cada letra y me derrito en algún lugar entre tu lengua y tus dientes, dejo de escucharte y me rescato del abismo, y me obligo a comportarme, mientras asiento interesada en lo que sea que me estés diciendo, prendo un cigarrillo para poder bajar la mirada y salvarme de este rubor maldito que me quita la elegancia, para encontrarme de frente con tu pecho amplio cubierto por esa maldita camiseta, mirándote respirar y desapareciendo en cada una de tus exhalaciones, como suspiros, como jadeos, quién sabe, fumo una segunda pitada para recordarle a mis manos los buenos modales, mientras abro la ventana pasando por detrás de tu silla, sintiendo un aroma intenso y místico y se me aflojan las rodillas, te contesto una incoherencia y me tomo el mate, sonriéndole idiotamente a tu discurso.
- No nada me pasa. ¿Qué me estabas contando?

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