lunes, 16 de enero de 2012

Ironía

Y hacer de las tradiciones tu trampa, tu tremendo traquetear de tráquea atorada, de orquídea anudada.
Y encerrar al éxito, la exótica excelencia, el exilio del sexo con fines inexplicables, nunca excesivos, nunca extremos.
Y reprender a los réprobos, repercutir en el reprimido retrotraerse prostático.
Blindar los baluartes de la corrompible ablación de la bilis, de lo malvivido.
Cremar los crímenes de las crines, lacrar ideas de cuerpos sin criterios, encremados, encresparse en la crítica.
Deglutir una a una las glorias del glosario, aglutinar la glosa en el glande universal.
Absolver los solventes de lo indivisible, resolver por la absorción más salvable.
No gritar ni engrandecerse, graduar las agraciadas gracias gimientes, peligro de gonorrea.
No fisgonear en físicos frondosos, defenestrar al fellatio, aficionarse a las oficinas y a los oficinistas.
No resignificar anécdotas, los signos nunca deben estar signados por lo sinusoide.
Jamás birlarle la brisa al tiempo, nunca brindar brillo ni abracadabra a la muchedumbre.
Estudiar hasta el hastío, estar estático, existir en lo establecido, no exacerbar al Estado.
Actuar el aplauso, aceptar el agravio, acribillar el acceso, abandonar los abusos.
Vivir como se debe
Lacerarse
Mantener el trabajo
Encerrarse
Adecuarse
Detestarse
Aprender el código
Para hacer
            IRONÍA.

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