lunes, 16 de enero de 2012

Corregir la aurora.

  Corregir la aurora, sentarme en su lecho triste y dejarla caer despacio, corregirle los albores del mediodía naciendo rosados y lampiños, corregir la aurora desde lo privado de tu núcleo, corregirla impunemente, bajar los párpados, ignorándola, cerrar las puertas y las ventanas y seguir viviendo de noche, unos minutos aunque más no sea, seguir viviendo la noche en tu cuerpo ausente, entregado a mórficas y oníricas dilucidaciones, corregir el amanecer intruso, el alba inquisidora que dora dorada tu piel en reposo, corregirle la búsqueda carente de sobras, apagarla desde el encierro letal del deseo, desde el abismo incorregible de la pereza, desde la lucha que avanza desde la garganta, gritarle a la aurora a la cara, renacer en silencio desde la oscuridad más suprema, desde lo fútil de batallar contra lo implacable, sin resignación ni nostalgia...

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