lunes, 16 de enero de 2012

Convivencia y costumbre I

Y releo las cartas viejas y se me contagia la nostalgia con el optimismo, saboreo en cada letra dibujada a la distancia pensando en la costumbre insolente que nos maldijo con la proximidad. Me llegan desde lejos manantiales que fluyen en un cañadón montañoso, despertar de noche buscando abrazarte, semidormida, el cálido abrazo de todas las mañanas antes de despertarnos, dichosos de tenernos, pasar horas en la cama acariciándonos sin intención, con el corazón y el cuerpo en calma... Eras brillante, luminoso, con la sonrisa ancha y un nido de aguas danzantes en la boca, boca que sabía besar sin cansacio, sin molestia, sin apuro... Eras un besador supremo, un amante insaciable y un compañero alegre y enamorado... Yo era tuya, sin silencios, sin lágrimas, sin espacios de oscura insatisfacción. Éramos una pareja feliz... ¿Qué nos hizo el tiempo? Descuidamos el premio de tenernos, calmamos la ansiedad de las distancias, olvidamos que las personas nunca se terminan de conocer y nos dimos por descubiertos...
No sé si recuperaremos alguna vez el paraíso que descuidamos, mordiendo la manzana podrida de la costumbre...
Ojalá.
(hasta cuando vos quieras...)

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